Penúltimo día antes de las vacaciones de Navidad. Guille no puede ir al colegio. Por la noche tuvo fiebre, 38, y días atrás molestias en el estómago. La pediatra, tras conocer los síntomas, aconseja realizar un test rápido. –En 15 minutos te damos los resultados-, dijo la enfermera del centro de salud de su pueblo. Regresó en nada a la sala de espera, en menos de cinco minutos, y le confirmó a su madre que tenía el virus de la COVID-19. –No ha hecho falta esperar– le dijo- A continuación, se lo hicieron a ella, y también, positivo.
Era 21 de diciembre. Su padre había perdido el olfato. Al destapar una botella de vinagre era como si oliera agua del grifo y al pelar una mandarina se dio cuenta de que no apreciaba su peculiar aroma. Su hermano pequeño, aunque asintomático, completó el pleno del cuadro vírico familiar.
Guille cumplía 12 el 1 de enero. Este año tenía la ilusión de celebrarlo con sus abuelos y sus primos y tíos más cercanos. Iba a ser una Navidad diferente, porque siempre viajaban por Fin de Año. Les gustaba conocer otros lugares y cada Nochevieja elegían un destino. Pero la celebración tendría que esperar, por delante quedaban días vacaciones de confinamiento obligado y una Navidad, en casa, en familia y convalecientes por los estragos de un virus que afectaba al mundo entero. Sin visitas, ni allegados, ni abuelos, ni primos, ni tíos, ni amigos, pero con la esperanza de que nada es eterno y como dice siempre su abuela: “No hay mal que dure cien años”. En la vida, además, nada sucede por casualidad. Precisamente y, aunque os parezca una contradicción, enfermar antes de las fiestas navideñas fue una suerte en realidad. El 25 tenían previsto comer con la familia materna y el abuelo había iniciado justo la semana anterior un nuevo tratamiento oncológico.
Así que la vida continúa con otras ilusiones, a pesar del virus. Esta Navidad en casa de Guille fue diferente, con juegos y diversiones inventadas cada día. Aprendiendo a disfrutar de otra manera, en pijama y zapatillas. A pesar de los sinsabores y la añoranza de aromas a comidas familiares y con la melancolía de un niño que seguirá cumpliendo años, con vacuna, puede que sin mascarilla, y con el deseo cumplido de que todo por fin ha pasado, que aquí seguimos y te lo hemos contado.
#unaNavidaddiferente